La vida te pondrá obstáculos pero los límites los pones tú

La vida te pondrá obstáculos pero los límites los pones tú

“Querido lector, soy Mónica y quiero contarte la historia del ser más especial que he conocido, el regalo más bonito que me hizo la vida, mi supercampeón, Thorito.

Thor es uno de tantos perritos abandonados a su suerte con apenas unos meses de vida... Una persona lo encontró en unos cubos de basura pero por determinadas circunstancias y debido a una herida que tenía en una de sus patitas delanteras, decide no hacerse cargo de él y vuelve a abandonarlo. Al conocer esta decisión me indigné muchísimo, y debido a esto, finalmente Thor llegó a nuestras vidas.

Mónica y Thor

Nunca olvidaré esa cara de bichito que me enamoró. Desde el primer momento en que lo vi, entendí que no se había cruzado en mi camino por casualidad.

Lo llevé a casa y conoció a la que ha sido su familia durante 4 años y medio... su padre Alberto, sus hermanos perrunos Nana, Duna y Dylan, y yo.

Somos una familia numerosa con muchas responsabilidades, y pasamos mucho tiempo fuera de casa, por lo que creímos que Thor necesitaba una familia que pudiese atenderle lo mejor posible. Así que decidimos buscarle un hogar mejor que le dedicara más tiempo
y cuidados de lo que nosotros podíamos ofrecerle. Lo llevamos hasta Castellón pensando que finalmente Thor había encontrado a su familia perfecta, pero nada más lejos de la realidad.

Thor sentado sonriente

Nuestro pequeño volvió a ser abandonado debido a una anomalía en una de sus patitas delanteras. En ese momento entendimos que la mejor familia para él seríamos nosotros y nos embarcamos en la lucha para intentar averiguar qué le sucedía a nuestro chiquitín.

A Thor se le fueron deformando las dos patas delanteras, tanto que apenas podía caminar y no paraba de auto-lastimarse, mordiéndose sus propias patas.

Visitamos muchos veterinarios, los mejores especialistas, hasta que por fin en Valencia consiguieron diagnosticar su enfermedad: Neuropatía Sensitiva. Una enfermedad neurológica grave para la que no existe tratamiento.

Los perros afectados pierden sensibilidad en los miembros debido a una degeneración sensorial y de las neuronas motoras, y tienen que ser eutanasiados.

Nuestro diagnóstico fue que Thor iba a perder poco a poco sus patitas y no le daban más de 1 año de esperanza de vida.

Ante esto solo teníamos dos opciones: dormir a Thor y evitar que la enfermedad llegase a más o seguir luchando. Los que habéis conocido a Thor sabéis que la primera opción no entraba en sus planes, luchar hasta el final era su meta y lo demostraba cada segundo con su actitud, su vitalidad, su alegría y sus ganas de comerse el mundo. Saber que Thor no sentía dolor nos impulsó seguir adelante, no nos podíamos rendir, no mientras que él quisiera seguir intentándolo.

Alberto y Thor

Thor pasó 4 veces por quirófano, donde le amputaron sus patitas delanteras, y aún sin apenas esperanza logró vencer a la muerte. Una vez se recuperó, nos hicimos con un carrito con ruedas al que se adaptó rapidísimo y su vida empiezó a cobrar algo de color.

Por fin podía dar largos paseos, ir a sitios donde conocer otros perritos, disfrutar de la playa, acompañarnos en nuestras vacaciones, etc.

Thor pasó de ser un perrete que necesitaba ayuda a ayudar él mismo a los demás. Fue el protagonista en numerosas charlas de concienciación a niños y adultos sobre el abandono animal, nos acompañó en actividades con personas de edad avanzada y niños con habilidades especiales, donde representaba el claro ejemplo de que se puede ser feliz y que te pueden querer mucho aún siendo diferente a los demás.

Thor junto a sus hermanos perrunos

Pero al poco tiempo Thor tuvo otro gran impás en su vida, se le dislocaron las 2 caderas. Y aunque consiguió superar este bache, la medicación que debía tomar para paliar el dolor que empezó a sentir, le jugó una mala pasada un poco más adelante.

Cuando estaba en su mejor momento y parecía que su enfermedad aparentemente se había estabilizado, de forma repentina Thor dejó de comer, dejó de disfrutar, dejó de luchar, dejó de ser él... Su veterinario nos dio la peor de las noticias... había desarrollado una insuficiencia renal aguda y a pesar de nuestros intentos de mantenerlo con nosotros, Thor ya había tomado su decisión.

Había agotado sus fuerzas, estaba muy débil y cansado, no pudo luchar más y ese mismo día tuvimos que despedirnos de él.

Fue el día más triste de mi vida, jamás sentí tanta impotencia, tanta rabia, tanto dolor. Un dolor que no cesa, que conforme van pasando los días va creciendo más y más... Ahora lo daría todo por volver a pasar las noches en vela junto a él, por empujar un carrito en todos los paseos, por ir de veterinario en veterinario, por llegar todos los días a casa con el corazón en la boca preocupada por si se había lastimado.

Ahora haría lo que fuese, mucho más de lo que hice en su día... pero él ya no está.

Vosotros los que aún tenéis esa gran suerte, disfrutad mucho de vuestros peludos, cuidarlos, mirarlos, dar largos paseos, preocuparos por su educación y su bienestar porque un día cuando menos os lo esperáis, dejan de estar.

Y no apartéis vuestra mirada de los perritos que necesitan ayuda, aunque sea muy poco lo que podáis hacer, hacedlo. Cada granito que podáis aportar importa, para vosotros no será nada pero para ellos lo será todo. Darle prioridad a la adopción, darle una oportunidad a los perritos de edad avanzada, a los perritos con necesidades especiales... ellos también se lo merecen y lo que os devolverán a cambio será inmenso.

Thor en su silla de ruedas

Thor ha sido el mejor maestro que he tenido en la vida. Me enseñó a disfrutar de cada momento, luchar hasta cuando no hay esperanza, que la actitud lo es todo y que no importa lo que se ve, que lo verdaderamente importante está debajo de la piel y que las diferencias no nos hacen distintos si no únicos.

La realidad es que fue él quién me ayudó a mi y no yo a él porque aunque no tuviese patitas, Thor siempre tuvo alas para volar.
Solo espero algún día volver a encontrarlo, darle todos los besos y estrujones que se quedaron pendientes y disfrutar todo lo que no nos dio tiempo en los años que compartimos juntos.

Espero haber estado a su altura y que allí donde esté ahora , esté orgulloso de la familia que eligió para cuidarlo.

Agradecer también todos los gestos de cariño que muchos les habéis mostrado, a nuestros amigos todos los mimos y la preocupación hacia el.

Pero sobre todo agradecerle a él lo buen perrito que ha sido, lo fácil que nos lo ha puesto siempre, aún pasando por lo que estaba pasando y por la lección de vida tan importante que nos dio.

¡Hasta pronto campeón! Te llevaremos siempre con nosotros. Y vuela alto... aún más alto de lo que volabas en la tierra.

¡Gracias Thor! Ha sido un verdadero placer formar parte de tu vida.”

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