“Hace justo 2 años que adopté a Dubay, un galgo que tenía unos 3 años aproximadamente. Me planteé adoptar un galgo unos meses después de comprar mi piso (donde actualmente vivo con mi hija), porque como le sucede a mucha gente, pienso que los galgos tienen una sensibilidad especial y son muy aptos para convivir con niños. A día de hoy, sigo pensando que es la mejor decisión que pude tomar, es uno más de la familia.
Viendo lo bien que había encajado Dubay en nuestras vidas, un par de meses atrás, una buena amiga que también tiene un galgo, me envió una foto de Roma y me preguntó “¿la adoptamos?”. Fue verla y enamorarme, así que me puse seriamente a darle vueltas a la idea y, ¿por qué no? mi trabajo me da libertad de horarios y a Dubay seguro que le venía muy bien tener una compañera perruna con la que acurrucarse en casa. Decidí ponerme en contacto con SOS Galgos, una asociación española que se encarga de rescatar, recuperar y promover la adopción de los millares de galgos que cada año son abandonados en España como deshechos de caza, y preguntar por ella. Desde la asociación me preguntaron el por qué de adoptar a Roma, porque en las fotos que yo vi, además de estar en los huesos y tener varias cicatrices, ya se veía que le faltaba una de las patitas delanteras.
Yo les dije que me pareció una perrita muy especial y que con nosotros no le faltaría de nada, y tras varias conversaciones con ellos, conociéndome un poco más, llegaron a la conclusión que por su estado de salud, nuestro entorno era perfecto para ella. Por curiosidad, les pregunté la historia de Roma, qué le había pasado y cómo había llegado ser rescatada por la asociación. Me contaron que fue abandonada por el monte (imaginamos que por cazadores) y que seguramente llevaría más de un mes deambulando perdida. La encontraron un par de personas de un pueblo cercano y alertaron a la protectora, porque observaron que le faltaba una pata y que estaba sangrando. Muy probablemente fuera presa de un cepo (que por cierto, su uso es ilegal) y perdiera la pata tras muchos intentos de zafarse de esta trampa.
Los voluntarios de la protectora consiguieron recogerla después de muchos intentos, ya que la pobre estaba muerta de miedo y malherida. Una vez la cogieron, comprobaron que además de la herida de la pata, tenía un gran corte en el cuello, provocado con un cuchillo o similar por la (o las) personas que la abandonaron para quitarle el chip y que no pudieran identificar el propietario si se daba el caso de que alguien la encontraba. Unos días antes de formalizar la adopción, tuvieron que llevarla de urgencias a un hospital veterinario de Madrid para operarla de urgencia, porque tenía tejido necroso en parte de la pata y en el músculo, de manera que había que amputar la pata completa antes de que avanzase y la perjudicara en mayor medida. A mi no me importó en absoluto, yo solo quería que Roma estuviera en casa con nosotros lo antes posible para que pudiese empezar a disfrutar de la vida que tanto merecía. Me enseñaban fotos de ella y yo lo único que veía era una perra indefensa y con una cara de terror increíble. Pensé que iba a tener una gran carga psicológica negativa que me resultaría difícil de gestionar, pero debo de reconocer que me equivoqué, y nada más lejos de la realidad.
Desde el primer momento que puso una pata en mi casa le cambió la cara y empezó a mover la cola. Mi hija está encantada con ella y se pasa el día acariciándola y dándole mimos. Eso ha hecho que Roma mejore a pasos agigantados y en estos dos meses que lleva en casa ya se nota una gran diferencia desde cómo llegó. Ya casi no se le marcan las costillas ni los huesos de la columna y tiene el peso ideal para su edad, las costras de su pelaje han desaparecido y ahora brilla y está suave, pero sobre todo es una perra feliz y eso se nota en la expresión de su cara, siempre está agradecida y nosotros lo estamos de verla así, con Dubay se han convertido en uña y carne, todo el día juntos y se buscan para acurrucarse y en la calle es una perra súper sociable que adora pasear y relacionarse con otros perros y personas. La gran lección que nos ha dado Roma desde que llegó a casa es que con mucho cariño y amor, todo es posible, y que hasta las heridas más profundas (y no solo las físicas) pueden curarse.”
En estas fechas en las que todavía sigue existiendo la tendencia de regalar un animal, queremos poner el foco más que nunca en la responsabilidad que conlleva introducir un animal en la familia. Cuando un animal llega a casa, adquieres un compromiso con él para toda SU vida, por tanto es una decisión que siempre se tiene que meditar en frío, para valorar si realmente tu estilo de vida (y el de tu familia) encaja con el tipo de animal que te planteas introducir, si vas a poder dedicarle el tiempo necesario a los cuidados que necesita para tener una vida equilibrada en lo que a paseo, juego e higiene se refiere, y al gasto económico que supone su alimentación y cuidados veterinarios.
Y si tras valorarlo detenidamente decides introducir un nuevo miembro en la familia, por favor, considera como primera opción adoptar. Hay miles de animales de todo tipo y condición en las protectoras esperando su segunda oportunidad y dispuestos a darte todo el cariño que no han podido demostrar.